tampoco el proceder de una tormentosa lluvia a pleno sol.
Quizás creyó que la función de su hombros o sus mejillas
escondían intenciones de impermeables o paraguas.
El ser humano no es cazador por naturaleza / no tiene garras
pero el hombre lobo sí las tiene, con o sin luna llena.
Para entonces debía advertirlo y no comparar
lobos de noches de lunas, con nubes de sol.
El silencio golpeó el cielo como un látigo y lo hizo llover
sangre cuajada, almacenada y escondida detrás de las retinas.
¡Indiferencia! vociferan los seres de adentro
que no sienten la humedad de las gotas porque no son cuero ni carne.
Adentro nada humedece pero arde, quema, punza y sangra.
La culpa es mía, ese saco de memorias que pesan también son mías.
Las compartimos un día; fueron nube, sol, luna, noche; lobo, luna.
Pero ya nada, solo abismo. Solo peso, solo arde quema y punza.
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