Mi poesía tiene la erguida postura de los mil rostros,
de los mil sueño rotos,
de las mil pesadillas y las mil y una noches.
Mis palabras se esparcen como mil gotas de sangre
de mar azul y salado
tan salpicadas como todas las tetas tristes
y todos los vientres solitarios del mundo.
Algunos de estos versos
con el disfrazado ímpetu osado
del viento peregrino del sahara,
fertilizan amazonas ciego de visiones y
henchidos de frondosos egos.
Reconozco que me faltan diccionarios
y me sobra la dicción desesperada.
Que me sobran los gritos
repletos de palabras que al final no dicen nada.
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