martes, 14 de marzo de 2017

A Helena de Troya

Si pudiera dibujar, Dios mio
la convertiría en un cisne.

Sus pies vinotinto posarían desnudos
y al reposarse sobre mis acuarelas
 se tornarían rosa.

Su rostro perfilado y sus mejillas angostas
serían de la misma forma y color
por respeto a tu obra, padre mío.

Su cabello sería de todos los colores
justo como a ella le gusta.

El brillo de su piel -esa que le otorgaste- 
llovería dulce como azucar 
sobre mi lienzo.

Podría ser yo entonces: la reina de Inglaterra
y ella, mi patrimonio.





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Tembló