Incontables días en el paraíso lleno de extensos pasos,
fríos vientos del antártico y tepuyes del caribe.
Entre pedazos de todo y faltantes piezas de mi;
lesionada deambulo, apoyada del hombro de un hombre.
Algunos granos y una bolsa de café consumida por la tierra,
susurra desde el inconsciente:
ésto tomó Dios en el principio -
- pneuma -
y ese principio fue vida.
Eran sus ojos el aire que entraba hacia mis pulmones
engañosos y negros de humo como un grito retenido.
Fue sembrada cual semilla sobre nuestras cabelleras
la palabra de aliento de los dioses: somos aire, viento y vida.
Iba creciendo a cada rayo y cada gota redimida
en el rocío de su voz, una maldición bendita.
Él,
pneuma,
descendiente de Anaxímenes,
degustó el sublime origen de la vida
y quiso saborearlo
hasta la muerte.
Como no creímos en falsas doctrinas tuvimos que irnos
lejos del canibalismo para deshacer el trance.
mi cuerpo cansado
agotado y viajero
despertó.
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