sábado, 25 de marzo de 2017

Entre macondo y comala




Incontables días en el paraíso lleno de extensos pasos,
 fríos vientos del antártico y tepuyes del caribe.

Entre pedazos de todo  y faltantes piezas de mi;
lesionada deambulo, apoyada del hombro de un hombre.

Algunos granos y una bolsa de café consumida por la tierra,
susurra desde el inconsciente:

 ésto tomó Dios en el principio -
- pneuma -
y ese principio fue vida.

Eran sus ojos el aire que entraba hacia mis pulmones
engañosos y negros de humo como un grito retenido.

Fue sembrada cual semilla sobre nuestras cabelleras
la palabra de aliento de los dioses: somos aire, viento y vida.

Iba creciendo a cada rayo y cada gota redimida
en el rocío de su voz, una maldición bendita.

Él,
pneuma,
descendiente de Anaxímenes,
degustó el sublime origen de la vida
y quiso saborearlo
hasta la muerte.

Como no creímos en falsas doctrinas tuvimos que irnos
lejos del canibalismo para deshacer el trance.
mi cuerpo cansado
agotado y viajero
despertó.

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Tembló