¡No! entonces quédate y alistemonos para la batalla
escalemos nuestras torres enemigas, ensillemos los corceles
derroquemos en diagonal a los alfiles.
Fusilemos los peones del contrario, declaremosle la guerra;
luego alístate y reclama a esa reina a tu derecha
que ella aclamará a su rey en jaque mate.
Dejame escribirte desmusada de alegrías
llora en mi pecho tus penas y sangra sobre las mías,
purgame de mis pecados, rescatame de este limbo.
Deja que me desborde, porque desbordamos sed,
permite que se derramen los manantiales de aguas
que te aprisionan los ojos, que me aprisionan las sienes.
Concedete el vuelo errante y déjate...
déjate descansar como las aves luego de la lluvia
con las alas abiertas, plumas remojadas en colores.
Abre tus alas, deja que ventile el viento
deja que se sequen, esta es mi proclama
y con alas frescas tendidas al viento, volemos de vuelta a casa.
Ahorcame, toma en tus manos mis signos vitales
no me quemes en la hoguera de tu exilio a fuego lento
quiero ser tu ley fría y llama humeante.
Quiero reinar sobre tu hielo, emprender un sacro vuelo.
anhelo tu daga, tu puñal certero, tu paso seguro
tu ceder al Fuego, tu ojos veneno, tu sed infinita.
Cede, cede ante la muerte, la pequeña muerte
que de ambos es destino, que de nosotros nos salva;
no dejes de lamer mis mieles, cura mis heridas con tu salvia.
Tejeme un abrigo, sálvate del miedo en esta lana de oveja
tú que eres lobo y pastor y que nunca lo has sabido...
porque me estoy congelando y porque sé que sientes frío.