domingo, 15 de enero de 2017

baúl


Besé un olor a carbón,
me fui a la guerra sedienta.

Entré en una habitación
me perdí
en un laberinto
me olvidé de la razón
saboreaba vino tinto.

Probé la revolución
en sus labios malojillo
me curé de todo mal
bebiendo de aquel pocillo,
más nunca pude saberme soñando como una niña.

Bastaba el silencio ausente
fotos, pasajes, bebidas
para saber que el laberinto
no tenía una salida.

Eramos cuatro al principio
pero dos no lo sabían
las estrellas me callaban
el viento se los decía.

Nada,
nada
nada había
ni un futuro ni un pasado
todo el incienso quemado
ensuciaba mi partida.

Ya basta de bendiciones
no alcanzan intenciones
por dejar el laberinto
se me acabó el vino tinto
y la guerra está perdida.

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Tembló