Decirle que no vas a darle un beso
y reírte;
salir e irte a trabajar.
Subirte en el tren y reirte a solas de los subtitulos del libro que estás leyendo.
Reírte a solas de la muchacha
a la que se le atascó el bolso
en uno de los trenes que al llegar a su destino
apaga las luces,
y queda sola en el vagón...
con mirada de pacifica derrota.
Reírte de lo parecido que somos
a los pingüinos
cuando vamos todos
camino hacia la escalera.
Reírte incluso de la absurda posibilidad
de ser robada mientras escribes un poema.
Reírte y disfrutar de tu risa
y del misterio que es el tiempo
y su deriva.
Reírte y abrazar la certeza
de que la vida es una
y está llena de colores aun cuando caminas solo
y volverte a reír...
y reírte aún
de la posiblidad de morir este día.
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