domingo, 23 de julio de 2017

El libreto del engaño

Pasar de la risa al vicio como un nuevo ocio,
del vicio al silencio 
resulta todo más cómodo;
dormir para no pensar

Ya poco importan los besos,
ya no saben a lo mismo,
mucho menos la saliva  
si hace rato se extinguió.

No responden ya los poros de las pieles,
secas se tornan las lenguas
cual cactus en un desierto;
helados son los abrazos,
forzados, en noches frías.

Renace el pudor innato entre las sábanas que esperan,
muere el pecado cocinado en las entrañas de la carne.
Evaporados, el tacto, el sudor, los cuerpos... 
tú de mi cama
yo 
de la tuya.









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Tembló