lunes, 14 de agosto de 2017

Caracoles

De poder ver
a poder ser 
en cada esquina,
en los ojos de los subtes 
en las guaguas
en las ramas 
en las camas que hacen de bancos y son barco
para los lagrimales de los mendigos 
donde a veces espero sentada 
que mi sentida palabra no se retracte ni se haga ofendida
por los gestos que gestan en la sangre mala.

Los escudos de mi ira batallan con mi tristeza oscura
jamás transparente.
Y el peinado trenzado una y otra vez deja de oler a coco 
para oler a pastel 
a dulce como lo podrido 
como la muerte y las pesadillas que tengo sobre las almohadas
de mi amado
que se anidan durante el día debajo de mis cueros cabelludos.

Y las llamadas nunca hechas pegan brincos 
vibrando como las cuerdas de un trapecista o las de un soprano
da lo mismo
el pensamiento que se pierde en los rieles 
y la palabra que anida en el silencio o en el trago amargo de lo no querido

El trigo, el maíz, los muslos
calientes
el amor
el café los libros
los te's
Nos salvan del hambre 
de la sed
mas sed solo ilusiones cantadas por las sirenas de oscuros mares
de obscuros males 
que no compran sonrisas de marineros 
ni se apiadan de náufragos

Arduo
agría el agua
arde la sal en las hendiduras de Marte
en las cerraduras de las heridas que abren los recitales de poesía 
de mi amor y algarabía
luego de ver los caracoles que aplastas en la entrada 
sin siquiera percatarte. 



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