El silencio y las fronteras lastiman al tigre
como una astilla clavada en su pata trasera.
Cuan doloroso es despertarse
cuando has bebido el trago amargo de la indiferencia
los rencores, la venganza y el dolor.
Triste que no sea suficiente cerrar la puerta, abrir los ventanales (o la jaula)
para recuperarlo todo con un beso o una risa.
Resulta todavía más triste, cuando ni entonando en soledad
la más melodiosa canción, ni emitiendo el mayor de los rugidos;
logras recuperar aquello que perdiste dentro de ti mismo.
No existe nada material que emane calor humano
nada material que sirva de consuelo ante la ausencia.
El silencio y las fronteras lastiman al tigre
como una astilla clavada en su pata trasera
¡cuán doloroso es despertarse!
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