Una vez me enamoré de un indio.
Hipnotizaba mi cuerpo con brebajes
y tambores.
No hablaba mi lengua,
pero nadie con su jerga
le entendió mejor que yo
Lo quise, nunca sabré si me quiso.
Desapareció entre los montes
llevaba un carcaj con flechas
partió con paso sigiloso, firme y silencioso,
y una punteria certera.
Me seguía su recuerdo cuando veía plumajes
tanto santo y sano
como venenoso
las cosas que de él, aprendí...
Un día me olvidé del indio
aunque hipnotizó mi cuerpo con brebajes
y tambores
su recuerdo se perdió entre la bruma y el monte
Abandoné toda esperanza para ingresar en lo oscuro.
La luna me sorprendió.
Dejé la espera en el monte
y me olvidé del carcaj.
Pronto sentí que sangraba, que me atravesó una flecha
el hombre que me atacaba no era parecido al indio
me desperté una mañana
casada con el cacique.
No hay comentarios:
Publicar un comentario