domingo, 15 de octubre de 2017

Errores

Ayer estuviste tentando sus crines
bajo mi ventana.
Mas no encontré sentido para tu absurdo,
ni para el mio;
de creerme un animal
humana mitad caballo 
y tú
Un alma buscando amparo

  1.  

en la boca de tal bestia.


miércoles, 11 de octubre de 2017

Disir

A Walkiria Arteaga

Ustedes no han sentido a la brisa danzar sobre sus pupilas
si no han visto a Walkiria caminar por los pasillos.

Cuando ella se pasea sobre sus pies,
las hojas de los árboles
ya caídas todas
la siguen en su paso vacilante
por la universidad.

Quizás todavía no han mordido su propia lengua,
tratando de no sonreír al verla pasar
o al escucharla hablar

Te desordena cual brisa sin notarlo,
porque está muy distraida peinandose los ondulados cabellos
 en un espejo roto
con la divina sencillez
que la caracteriza.

Cuando supe su nombre, lo entendí;
nadie puede armonizar tanto el paisaje con su esencia,
como una disir
servidora de odin
otro nombre
no le sentaría tan bien
ni a la brisa. 



domingo, 8 de octubre de 2017

cacique.

Una vez me enamoré de un indio.
Hipnotizaba mi cuerpo con brebajes
y tambores.

No hablaba mi lengua, 
pero nadie con su jerga
le entendió mejor que yo 
Lo quise, nunca sabré si me quiso.

Desapareció entre los montes 
llevaba un carcaj con flechas
partió con paso sigiloso, firme y silencioso,
y una punteria certera.

Me seguía su recuerdo cuando veía plumajes
tanto santo y sano
como venenoso 
las cosas que de él, aprendí...

Un día me olvidé del indio
aunque hipnotizó mi cuerpo con brebajes
y tambores
su recuerdo se perdió entre la bruma y el monte 

Abandoné toda esperanza para ingresar en lo oscuro. 
La luna me sorprendió.
Dejé la espera en el monte 
y me olvidé del carcaj.

Pronto sentí que sangraba, que me atravesó una flecha
el hombre que me atacaba no era parecido al indio
me desperté una mañana
casada con el cacique. 




miércoles, 4 de octubre de 2017

Los pies de isabella

Una mañana vi los pies de isabella
y mi mente viajó a los lugares de mi infancia.
Creo que ese mismo día también descubrí
la sonrisa de isabella.

Una tarde vi las manos de isabella
y también el gesto que hace cuando fuma
todo olía a eucalipto y a guayabas
cuando vi en mis ojos la alegría de isabella.

Una noche oí llorar a isabella
y supe que esas manos, esa sonrisa
y esos pies llenos de delicadeza
se tropezaron como cualquier otro par de pies.

Ese mismo día me di cuenta
de cuanto quería  protegerla de ella misma
porque cuando vi sus inocentes pies supe cuanto
le faltaba a la vida para parecerse a un recuerdo de la infancia.

Ese día reconocí a Isabella
y anhelé la paz para su alma en vida,
e hice una lista de carencias propias
porque el día que supe quien era isabella, me encontré conmigo misma.

En ese momento supe que a Isabella
no le faltaba nada, ni manos, ni pies, ni nadie que la cuidara
Isabella solo necesitaba cosas simples para ser feliz
dar pasos en falso, verse los pies, lavarse las manos...

     Cantar alto, aprender a gritar en silencio
                                      tomar más agua, comer más vegetales
        encontrarse en las noches solas
dormir mejor, sonreir más
                    (beber menos)
pedirle la bendición a sus padre
                              comprender más a su hermana menor
encontrarse de nuevo en las noches solas
                    conversar con sus ancentros y pedir consejo a algún santo

El día que vi los pies de isabella, viajé a través del tiempo
para comprender que nuestros pies no necesitan otros
que no nos ofrezcan verdadera y sincera compañía.

El día que vi los pies de isabella entendí
porque estaba sentada en la otra esquina del salón.


Tembló