miércoles, 14 de diciembre de 2016

Tambien cuenta como terrorismo

Los puertos no cierran,
los puertos 
no esperan. 

Los puertos son llegada, 
entrada y salida.

Los puertos no tienen techo,
están llenos de musgo, 
de frío
de agua salada. 

Los puertos no dejan de ser puertos,
aunque sean llegadas y 
paradas sin techo.

Los puertos no dejan de ser puertos
por ser entradas sin resguardo,
salidas sin retorno natural;
de aliento frío 
y mareas de agua salada. 

Irónicamente un puerto no es nada sin techo
sin agua salada
sin aliento frío
sin musgo empolvado y húmedo de sal.

Cerrar un puerto también es
quebrantar la paz,
olvidarnos de las llegadas 
de la frescura húmeda del musgo,
de la lumínica paz del aire frío;
de los dones de hospitalidad.

Cerrar un puerto es también 
dejar de escuchar al océano
dejar de lado la esperanza 
la de de los pies ahogados 
que no cesan de hurgar a patadas las aguas
tratando de encontrar consorte en la arena fría.

Cerrar un puerto es también olvidarnos de la pequeña muerte
y darle bienvenida a la peor
a la más grande.

domingo, 4 de diciembre de 2016

sweet child of the desert


Si al hombre le dijo niño alguna vez,
fue para enaltecer su ternura
y poblar la sabana de sus párpados; de luz,
Y así vencer a la muerte.

Brindar juventud a aquél espíritu añejo
- podía -
al llamarle: "niño"

No como adjetivo
Sino como sustantivo

 Niño
 que en saltos celestinos lloraba y sonreía
 con el mismo par de labios que al compás de gestos cándidos
 le daban vida a las cosas.

Niño
porque niño fue
dentro de las habitaciones convertidas en diván.
Y se escondía
 y estrujaba los ojos por las madrugadas y las mañanas
como queriendo ocultarse del sol

Como queriendo esconderse de quien le reflejase aquella luz tenue;
propia de su alma.

Niño porque pidió a gritos -con silencios-
que hallase y que callase los eclipses del desasosiego ocultos en tanta calma...

Niño
 porque pudo
- como un niño -
 esconderse tras las faldas del cariño
 y la ternura
de la sensibilidad.

Tantos los motivos por los que llamarle niño
al "varón"...

Ese ronquido particular de cuerpos pequeños
-indefensos -
cuando están semidormidos...

Esa forma de hacer rebotar las pelotas de sus ojos sobre todas las cosas
 y reavivar la belleza de las bolsas de plástico que vuelan con el aire...

O por siempre llenar entero al mundo, de ternura;
con su rostro y su puño valiente, que al igual que un niño, no sabe temerle a la muerte.



Tembló