Quién sabe donde andará enconchándose a estas horas de la tarde o si sale con la gorra que le tapa la cuarta parte de esa inmensa frente que tanto cabecea sobre "esos asuntos" que poco menciona a su público fervoroso. Esa misma frente que de tanto meditar sobre sus próximos discursos formales cada vez es más grande y cabe menos en las gorras.
Qué familia ni qué hermano, ni qué amores de veranos...
la soledad como pariente, como amigo, enemiga y confidente...
alguna que otra mujer de turno sabrá donde está escondido, en alguien confiará; y sobre algún oído verterá secretos cualquiera de sus fugaces personalidades...
Hace tiempo que no le veo y preferiría no hacerlo, porque ¿qué podría decirle?
"hola ¿qué tal vos?, como te ha ido, ¿cómo está la familia? es absurdo preguntarle por la familia...
¿a cuántos funerales fuiste este mes? ¿cuantos de tus amigos están presos? ¿cuantas veces lloraste? ¿cuantas veces dijiste mi nombre mientras dormías? absurdo, porque nunca tendremos las bolas para hacer esas preguntas que duelen al emisor y al receptor.
Porque siempre vamos a preferir hacer la inutil danza de las abejas, siempre tan precisa, tan poco expresiva... tan superficial, tan mentirosa, tan iceberg, tan espejismo
porque somos amantes de los espejismos y la crudeza nos molesta.
Pero ¿qué importa donde estará? si nadie le hará las preguntas concretas, ni las correctas para que se sienta, para que recuerde que es humano, que todavía estamos vivos para dejar de ser abejas danzantes y poco comunicativas. Para dejar de mentirle al prójimo a conveniencia... Los puertos ya no existen en los paix donde haiga calor, ni julio el bonachon, ni cesar bruto, ni los guturales post meridiem, ni los sombreros de sandino.
No cuesta articular estas ridiculeces, mucho menos cuesta escribirlas pero cuanto cuesta sentirlas, estúpidamente... cuan caro sale ser sincero con uno mismo y tomar las decisiones que los otros jamás se atreverán, en pro de nuestra paz y de nuestra felicidad. Todo esto es absurdo, nada va junto, es otra sarta de porquerías y de líos inverosímiles de esos que a nadie debería importarle, como vomitar barroco, ilógico como pensar en cagar sobre un cuadro de Picasso.